Mi vergüenza, prima hermana de mi risa nerviosa, se apodera de mí en cualquier momento. Es curioso que esto que tanto me molesta pueda llegar a resultar encantador para el sexo opuesto. Quizá atraigan los puntos débiles, y si es así, e instintivamente lo sé, pues si no, no habría llegado a la conclusión de que esto gusta, puede que no quiera dejar de serlo para no dejar de gustar aunque sepa lo jodidamente mal que lo paso cuando me pongo colorada. O quizá sea una conducta que he desarrollado para gustar sin saberlo. Soy lo que quieren que sea a este nivel también y aún siendo consciente no lo evito. Qué retraso llevo en mi evolución… Echo mano al bolsillo y rescato mi móvil: dos llamadas perdidas de número oculto y media hora menos en mi reloj. Decido acomodarme, esta vez sin importarme ya nada, y comienzo a escribir lo que ahora cuento. Me siento bien. No paro más que de hacer cosas que me apetecen y dejo de hacer las que no. Cada día hago menos y soy más.

Para contactar conmigo

Barcelona (Spain)