Cursor intensivo
Me refresco los pies desperezándolos en el suelo descalzo y las desprovistas chanclas tropiezan con el amasijo de cables de debajo de la mesa. En la mano, una cerveza suda el frío que me bebo. Frente a mí, el latido del cursor en la pantalla blanca quiere acompasarse con el segundero que oigo a mis espaldas y lo consigue en cinco de cada ocho parpadeos. Una gota se resbala por la cadera del espumoso botellín y se amista con otras dos para acelerar la huída hacia lo desconocido, pero se precipitan contra la comisura de mis dedos zurdos y mueren en la palma de mi mano. Las prisas del deshielo parecen contagiar al rezagado cursor negro que intermitentemente sigue en el empeño de sincronizarse con el reloj de pared. Finalmente consigue ocupar un sexagesimal vagón más en el tren del tiempo. O eso creo yo.
Me desencanto. Con un doble clic de ratón inmovilizo la diminuta barra vertical y extiendo mis manos en el teclado. Las yemas comienzan a acariciar cada una de las teclas para las que fueron programadas. Las palabras que se atreven a salir musicalizan el ambiente con un suave repiqueteo, el mismo de la lluvia que apenas moja al caer. Me paro. La intermitencia de la barra espaciadora vuelve a protagonizar mi pensamiento, y la voluntad de mis ojos en querer agilizar su pestañeo acelera mi pulso. Echo un trago largo y saboreo arrítmicamente.
Así no hay manera de escribir
6 comentarios
yolijolie -
Besos
carvalho -
Neurotransmisores -
Saludos.
Francisco -
Lolita -
Suleiman -
Lo que hace un botellín de fria cerveza estos días de canícula!
Venga de donde te venga la inspiración, en tus dedos se convierte en un apreciado presente para los que nos dejamos caer por aqui.
A sus pies, mil besos!