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Cada día hago menos y soy más

Comunicando con mi madre

Comunicando con mi madre

Y entonces comenzamos a charlar. Alternamos los tiempos de manera harmoniosa y entonación musicada, dándonos el testigo para hablar con un silencio acolchado por interjecciones cálidas. Los timbres de nuestras voces se asemejan tanto que se diría se trata de una única persona que improvisa sin titubeos un diálogo para sí. No hay más prisa en terminar que la que queramos simular. No hay mayor intención en empezar que la de conjugar nuestros ritmos, asentar nuestras almas, nivelar nuestras defensas.

Sí, es toda una terapia. No nos decimos nada nuevo pero hablamos con tal exclusividad que colgamos sorprendidas por la novedad de las confesiones de siempre. Omitimos el ruido para escuchar el farfullo de nuestras voces con la atención de quien no acaba de sintonizar su emisora preferida. Y hablamos pausadas de ilusiones compartidas, reteniendo la alegría súbita para obtener mayor gozo cuando se den, y dejando que vayan mientras calando en cada una de nosotras. Y envolvemos de cariño las palabras de aflicción para menguar su punzada y echarlas a la saca de dolores en proceso de conversión.

Y nos contentamos. Y es tan plena la felicidad conseguida que no podemos más que volvernos a llamar una y mil veces más.



2 comentarios

Heliodoro. -

Linda, espero verte por el messenger.
Me encantas cuando escribes.
Me encanta tu perfil.
Gracias por el comentario en mi blog, me gusta mucho que me leas. Me gusta(s) mucho leerte.
Un beso fuerte, linda.

www.heliodoro.wordpress.com

Suleiman -

Afortunada hija por tal madre, y afortunada madre por tal hija.
Y afortunados los que aqui te leemos por poder compartir la sensibilidad con la que describes el amor que profesas por tu madre, y una de las pequeñas (o grandes) formas en la que se lo demuestras.
A veces, cosas tan simples como una llamada de teléfono se convierten en poderosas e intensas muestras de cariño y afecto.
¡Un beso (o dos) bien grande para cada una!